sábado, 12 de marzo de 2011

Se pudrió el humor social

De pronto, cambió el humor. De golpe y porrazo la sociedad se crispó, mostró los dientes. Las broncas afloraron. Y, como bien notó Eduardo Van Der Kooy en un análisis de la situación, hubo como una indeseada travesía por el túnel del tiempo y aparecieron gestos y palabras tan alejadas del incipiente siglo como alojadas en los rincones de la memoria.

El telón de fondo, como una escenografía gauchesca, fue el paro del campo, con sus hombres ahora en jeans y una pelea muy concreta por pura plata. ¿Pero fue en apoyo de esos encallecidos chacareros -los estancieros eludieron con prolijidad las cámaras- que hubo brotes de virulencia en diversas ciudades, reaparecieron las caceloras y los ánimos se caldearon como si se reinventara aquella Argentina enardecida en facciones tajantes, abroqueladas en la intolerancia?

¿O fue, como se deslizó desde ciertas oficinas oficiales, lisa y llanamente, un intento invisible de golpe de Estado, rigurosamente programado a través de peligrosas cadenas de mails?

“Patria sí, colonia no”, se volvió a oír como hacía décadas. “Lo único que me mueve es el odio contra la puta oligarquía”, deslizó, con escasa inclinación por la elipsis, Luis D’ Elía antes de figurar atrás de la mandataria, aplaudiendo en el acto de Parque Norte. Y, encima, llevó las cosas a un inesperado terreno racial: “tengo un odio visceral contra los blancos de Barrio Norte”, con lo cual retrocedimos hacia la época de los “cabecitas negras”, de los “gorilas” y los “peronachos”.

La Presidenta en el discurso que abrió las puertas a la negociación habló de su política redistributiva. Y puso como ejemplo al gremio camionero, que cedió en sus pretensiones salariales. Atrás, aplaudía Moyano. A quien transite por la gran ciudad y más por el conurbano le resultará arduo entender lo de la redistribución. La figura difícilmente encaje con el tristísimo ejército de cartoneros que noche a noche rebusca en el mínimo valor de la basura y con la cantidad escandalosa de chicos que piden por la calle.

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